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La convicción de que todos las personas —sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, idioma, religión o cualquier otra condición— son titulares de derechos humanos está arraigada en la base misma de las Naciones Unidas. Estos derechos fundamentales abarcan el derecho a no ser sometido a esclavitud ni a tortura, la libertad de opinión y de expresión, el derecho a la vida y a la libertad de la persona, al trabajo y a la educación, entre muchos otros.

Para garantizar que todas las personas, en todas las culturas, puedan ejercer estos derechos, las Naciones Unidas trabajan para integrarlos en el sistema de la Organización y colaboran estrechamente con los Gobiernos sobre el terreno con el fin de identificar, poner de relieve y desarrollar respuestas a los retos en materia de derechos humanos.