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El Consejo de Seguridad sigue dividido sobre el programa nuclear iraní, las sanciones se mantienen

Contenedores de uranio. Foto de archivo: OIEA
OIEA
Contenedores de uranio. Foto de archivo: OIEA
La responsable de Asuntos Políticos de la ONU subraya en el Consejo de Seguridad que, a pesar de la intensificación de los esfuerzos diplomáticos durante el segundo semestre de 2025, no se ha alcanzado ningún acuerdo sobre la vía a seguir respecto al programa nuclear iraní.

Tres meses después del restablecimiento de las sanciones internacionales contra Irán, las Naciones Unidas hacen un balance sin rodeos: el marco pacientemente construido en Viena hace una década para contener el programa nuclear iraní se ha desintegrado, y no se perfila ningún camino consensuado para sustituirlo.

Al presentar ante el Consejo de Seguridad el estado de la aplicación de la resolución 2231, que había refrendado en 2015 el acuerdo sobre el nuclear iraní, la secretaria general adjunta de Asuntos Políticos de la ONU, Rosemary DiCarlo, recordó que, “a pesar de la intensificación de los esfuerzos diplomáticos durante el segundo semestre de 2025, no se ha alcanzado ningún acuerdo sobre la vía a seguir respecto al programa nuclear iraní”. Una frase seca, casi administrativa, para resumir un colapso estratégico.

Un acuerdo minado desde dentro

Negociado en Viena en julio de 2015, el Plan de Acción Integral Conjunto debía sellar un compromiso duradero: restricciones drásticas y verificables sobre las actividades nucleares iraníes, a cambio de un alivio de las sanciones que asfixiaban la economía del país. Durante dos años, el dispositivo se mantiene. Luego, en 2018, la retirada unilateral de Estados Unidos, durante el primer mandato del presidente estadounidense Donald Trump, rompe el equilibrio. Privado de uno de sus garantes centrales, el acuerdo sobrevive, pero se debilita.

A partir de 2019, Irán se libera progresivamente de sus compromisos. En febrero de 2021, Teherán deja de aplicar una parte esencial de las medidas previstas, limitando el acceso de los inspectores internacionales. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) continúa supervisando lo que puede.

Junio de 2025, el punto de no retorno

El punto de inflexión se produce en el verano de 2025. En junio, el OIEA alerta sobre la magnitud de las reservas de uranio enriquecido al 60%, un umbral técnicamente cercano al requerido para un arma nuclear, y reconoce haber “perdido la continuidad de su conocimiento” del programa iraní.

A continuación, la confrontación entre Irán e Israel abandona el terreno clandestino para pasar al del enfrentamiento directo. Ataques israelíes, represalias iraníes y, posteriormente, incursiones estadounidenses contra sitios sensibles en Fordo, Isfahán y Natanz: el nuclear iraní se convierte en un escenario militar.

Invocación del “snapback”

Es en este contexto que Francia, Alemania y el Reino Unido notifican al Consejo de Seguridad, el 28 de agosto, su intención de activar el mecanismo de “snapback”, que autoriza a cualquier firmante del acuerdo a solicitar el restablecimiento de las sanciones en caso de incumplimiento por parte de Teherán de sus obligaciones.

Al término del plazo de 30 días, ante la falta de un acuerdo para impedirlo, las sanciones anteriores a 2015 se restablecieron automáticamente el 27 de septiembre. Estas implican, en particular, un embargo de armas hacia y desde Irán, así como la suspensión por parte del país de sus actividades de enriquecimiento y reprocesamiento de uranio.

Rosemary DiCarlo recordó el funcionamiento de este mecanismo, señalando que “las sanciones previamente vigentes contra la República Islámica de Irán fueron reimpuestas el 27 de septiembre de 2025”. No obstante, la funcionaria subrayó que “varios Estados miembros afectados” cuestionan su validez. Es el caso, en particular, de Rusia, que considera que el proceso estuvo “viciado por defectos procedimentales y jurídicos”.

Dos lecturas irreconciliables del derecho internacional

Esta fractura se expresa ahora abiertamente. Oficialmente, el Plan de Acción Integral Conjunto expiró el 18 de octubre pasado. Pero para Londres y París, ello no significa que el Consejo de Seguridad ya no esté ocupándose del asunto nuclear iraní. Durante la reunión del martes, el representante del Reino Unido estimó así que la resolución 2231, que había refrendado el acuerdo de Viena, sigue “en vigor” y que la no proliferación debe continuar figurando en el orden del día del Consejo.

Francia se inscribe en la misma lógica. Su delegado estimó que el procedimiento destinado a reimponer las sanciones internacionales contra Irán tuvo como efecto prolongar la aplicación de la resolución 2231, “que solo estaba destinada a extinguirse si la cuestión del nuclear iraní podía considerarse resuelta”.

Frente a esta lectura, Moscú y Pekín oponen un rechazo frontal. “La Federación de Rusia rechaza categóricamente tales desviaciones”, declaró el delegado ruso, denunciando un “intento de varias delegaciones de violar las decisiones y los procedimientos” del Consejo. Según él, todas las disposiciones de la resolución 2231 “dejaron de estar en vigor el 18 de octubre de 2025”, diez años después de la adopción del acuerdo de Viena, y la reunión del martes se inscribiría en una “enésima tentativa de la eurotroika”. China respaldó esta posición, llamando a aplicar “de manera honesta” las medidas vinculadas a la expiración del mandato.

Así, se enfrentan dos visiones irreconciliables: una considera el nuclear iraní como un expediente activo frente a una proliferación que consideran incontrolada; la otra lo ve como una maniobra política desprovista de toda base jurídica.

Una diplomacia sin base

En el fondo, el panorama trazado por la ONU sigue siendo sombrío. En su último informe, fechado el 18 de octubre, el OIEA confirma que Irán ha superado los límites previstos por el acuerdo y que ya no dispone de información fiable sobre el estado de sus reservas de uranio enriquecido. Para la agencia, solo la elaboración de un “marco común, acordado por todas las partes implicadas”, permitiría garantizar el carácter exclusivamente pacífico del programa iraní. Un horizonte hoy lejano.

Pese a todo, la ONU se aferra a la idea de una salida negociada. “Un arreglo negociado que garantice a la vez el carácter pacífico del programa nuclear iraní y el alivio de las sanciones constituye la mejor opción de la que dispone la comunidad internacional”, insistió Rosemary DiCarlo, retomando los términos del Secretario General. La Secretaría de la ONU, aseguró, “permanece plenamente a disposición de las partes”.

Pero esta disponibilidad choca con una realidad brutal: la base que hacía operativa la diplomacia, la promesa de un alivio de las sanciones a cambio de restricciones verificables, ha desaparecido. Diez años después de Viena, y siete años después de la retirada estadounidense, la diplomacia sigue siendo la única opción viable, pero avanza ahora sobre un terreno minado.