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Camélidos en el corazón de los Andes: Hilos de lana, memoria y resiliencia

Las alpacas Suri, una raza poco común de alpaca, conocida por su fibra muy suave y cara, forman parte de un proyecto del PNUD para mejorar los medios de subsistencia en un remoto pueblo de Perú.
SGP-GEF-UNDP Peru/Enrique Castro-Mendívil
Las alpacas Suri, una raza poco común de alpaca, conocida por su fibra muy suave y cara, forman parte de un proyecto del PNUD para mejorar los medios de subsistencia en un remoto pueblo de Perú.
En el marco del Año Internacional de los Camélidos, familias productoras en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú comparten el aporte ancestral, cultural y medio ambiental de estos animales, proyectando un futuro arraigado en la resiliencia y la tradición.

2024 fue declarado por la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) como el Año Internacional de los Camélidos, con el fin de promover el reconocimiento global sobre la importancia de estas especies para la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el patrimonio cultural de las comunidades altoandinas y para América Latina.

Las familias productoras de llamas, alpacas, vicuñas y guanacos de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú comparten el aporte ancestral, cultural y medio ambiental, proyectando un futuro arraigado en la resiliencia y la tradición.

En el altiplano de los Andes, donde los habitantes se enfrentan a la falta de infraestructura y de conectividad, a la escasez de agua y a factores ambientales como la altitud, la crianza de camélidos ha sido durante siglos una alternativa para el sustento de las comunidades.

Legado generacional: valor económico y vínculo ancestral

Diego Fabián trabaja con llamas y vicuñas en Argentina y se siente profundamente conectado con esta herencia cultural: "Mi padre y mi abuelo me enseñaron a respetar la naturaleza y a cuidar de los animales como parte de nuestra cultura".

Además de su valor económico, estos animales representan un vínculo ancestral entre los pueblos y su tierra. Son el reflejo de un modo de vida que ha perdurado durante siglos, adaptándose a los desafíos del cambio climático mediante técnicas tradicionales de manejo y producción.

Conrado Blanco Mamani, criador chileno, ve a estos animales como una forma de preservar el patrimonio de su cultura y su pueblo. A sus 65 años, ha dedicado su vida completa al cuidado de llamas y alpacas.

"La ganadería camélida no solo nos alimenta, sino que también es esencial para proteger el medio ambiente”, declaró.

El cambio climático pone en peligro a los animales y las comunidades

El clima extremo, como las sequías y heladas, está afectando la crianza y ha reducido su capacidad de producción.

Los bofedales, terrenos húmedos situados en zonas altas y áridas, son ecosistemas clave para la sobrevivencia de los camélidos, ya que les proporcionan agua, pasto y una alimentación rica en nutrientes. 

Debido al cambio climático y métodos no sostenibles de manejo del territorio, estos se han visto degradados, poniendo en peligro a los animales y a las comunidades que dependen de ellos.

Roberta Rivera, criadora boliviana, se ha visto afectada por las fluctuaciones climáticas, que dificultan la crianza de llamas; pero ella sigue adelante. "Tenemos que ser resilientes, aprender nuevas tecnologías, pero nunca perder nuestras raíces".

Diego, de Argentina, ha adoptado medidas para hacerle frente, utilizando prácticas agrícolas sostenibles en su finca, como la siembra de quinua y papas, que diversifican la producción y reducen la dependencia de los camélidos.

Las mujeres tienen un papel fundamental

En Bolivia, Roberta resguarda esa tradición y resalta el rol que las mujeres han adquirido en su cuidado. "Antes, los hombres eran quienes trabajaban con las llamas, pero ahora las mujeres también somos parte fundamental de este proceso".

Roberta ha aprendido a producir charque, un tipo de carne deshidratada, y otros productos derivados de la llama con nuevas tecnologías, pero sin perder una mirada tradicional.

En Perú, Inés también lidera el cambio en su familia y comunidad. A pesar de las dificultades, ha logrado posicionarse como una referente entre las mujeres alpaqueras. "Nuestro trabajo con las alpacas no solo es para subsistir, es una forma de mantener vivas nuestras tradiciones y dignificar a nuestras comunidades", expresó.

Inés incluso pudo llevar sus creaciones a Europa este año invitada por la FAO en el marco de la conmemoración del Año Internacional, mostrando el valor cultural y económico de su trabajo.

Los camélidos en la alta costura: una marca que promueve el legado 

Los camélidos también están en la alta costura: Paqocha es una marca ecuatoriana que nació con la misión de rescatar y promover el legado de las comunidades alpaqueras del país, dedicándose a la producción y comercialización de prendas de vestir elaboradas con fibra de alpaca de alta calidad.

"Desde el año 2006 trabajo en camélidos andinos (alpacas y vicuñas) con comunidades de Ecuador y Perú. El Año Internacional de los Camélidos nos recordó la importancia de esta cadena de valor para el desarrollo sostenible y la economía local", comentó Felipe Segovia, co-creador de Paqocha.

Dado el éxito de la celebración del Año Internacional de los Camélidos, las actividades conmemorativas se extendieron durante 2025. Del 7 al 9 de mayo, en la ciudad de Antofagasta (Chile), se celebrará el 2º Encuentro Regional de Camélidos sudamericanos, organizado por Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú y la FAO.

Se llevarán a cabo discusiones entre las autoridades de gobierno, representantes de la academia, productores, manejadores y artesanos, sector privado y fondos de cooperación para seguir avanzando en el fortalecimiento de la protección y promoción del sector.